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VirginiaPotts
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¡Buenos días, grupo! ¿Cómo estáis? Vamos a intentar dejar una cosa clara, a ver si podemos. La culpa de que un día un niño se caiga y se haga una leve herida en la rodilla, no es del maestro. La culpa de que no se tenga en cuenta tanto como se quisiera las inteligencias múltiples, la creatividad, y la imaginación en el aula, no es culpa del maestro. Que profesores no puedan ofrecer una atención personalizada a niños y adolescentes, no es culpa de ellos. Todas los padres quieren y exigen continuamente una educación de calidad a los profesores. Pero, ¿han pensado por un momento que tienen 30 alumnos por aula sin ningún tipo de ayuda? Es decir, entre 20 y 30 niños y jóvenes con necesidades distintas entre ellos, con preocupaciones distintas, con dudas distintas y con opiniones distintas. Estudiantes a los que hay que motivar, ilusionar, emocionar y desarrollar la curiosidad por el aprendizaje. Alumnos a los que hay que comprender, escuchar, entender y valorar. Los centros educativos se niegan a contratar a más maestros y educadores de apoyo para poder cubrir las necesidades básicas de los que asisten a los colegios, pero obviamente no hay dinero. Mientras tanto, los docentes pasan por crisis de ansiedad, por depresión, por estrés, por desmotivación y por angustias causadas por la excesiva responsabilidad te tener a tantos estudiantes en su aula y no poder hacer bien su trabajo. Mientras tanto, los políticos de turno, que son los que tienen que hacer algo, les da igual las ratios, les da igual las familias, les da igual los maestros, y por supuesto, los alumnos. Lo que sé seguro es que la culpa no es de los docentes. La culpa es de los que están sentados en sus cómodas sillas de despacho y no mueven ni un dedo. Ahora más que nunca, los maestros necesitan sentirse arropados por la sociedad, necesitan sentirse valorados y tener claro que aportan muchísimo al día a día de los alumnos. Necesitan saber que su esfuerzo diario sirve para algo. Por favor, antes de criticarles, de ofenderles o de criticarles, tratemos de ponernos en su lugar, en su piel, y en comprender cómo se sienten y lo desplazados que están. Los maestros de corazón siempre dan lo mejor de sí mismos a hijos, sobrinos, nietos y primos. Hay que empatizar con ellos. Por lo menos para que sepan que no están solos por mucho que los de arriba quieran herirles.

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joshua67
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Hoy en dia, padres y profesores estan indefensos, los niños son los que tienen el poder.
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