El protagonista de esto -que seguramente no te interese- es un niño. Un niño que habla sin palabras; que corre sin huir; que da lecciones a los adultos. Un niño que podría ser tú, yo, o cualquiera. En definitiva, un niño. Sí, así de simple. Porque a veces lo simple es lo que más gusta. Es decir, ese niño podría ser leer un libro, ver una película o charlar con alguien. Pero no, nunca dejará de ser niño.

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